“Nunca se está totalmente dormido cuando soñamos ni suficientemente despiertos cuando creemos que lo estamos”. La mente es como una torre desde lo alto de la cual tenemos un gran campo de visión. Desde las alturas nos parece verlo todo muy claro, y cuando saltamos y volvemos a caer en la tierra, al principio todo resulta confuso. Los ojos ya no nos sirven tanto, y al recurrir al oído, al olfato y al tacto, comprendemos que están desentrenados. Saltar de la torre nos re-sitúa en el entorno, permitiéndonos reconsiderar los hábitos adquiridos, nuestras creencias y nuestros saberes. Esta actitud de recuperación de la conciencia de la inscripción del individuo en su medio mostrará al protagonista, el profesor Mirón, una realidad desconocida, y lo impulsará a participar en una aventura, donde las palabras cotidianas y los objetos que éstas nombran adquieren dimensiones extraordinarias. El salto del torre combina la tradición del diario de viajes con los ingredientes de...