“El salto de la torre proporciona un estímulo intelectual constante a quien abre sus páginas, que no podrá cerrar sin sentir intensamente miedo, amor, curiosidad y admiración por esta obra extraordinaria”
EL lector que penetre las
páginas de 'El salto de la torre' (Muñoz Moya Editores, 2015), primera novela
del jerezano Juan Manuel López Muñoz, se sentirá atrapado por una fascinación
ante el misterio de la que le resultará muy difícil escapar. A tal punto puede
llegar la identificación con los personajes, lanzados a una huida hacia delante
que lo es también para atrás, una fuga hacia el pasado hasta alcanzar el futuro
o a la inversa, en un devenir circular que confirma la condición cíclica del
destino del hombre: la pescadilla que se muerde la cola. Es particular la
simpatía que despierta el neurótico profesor Mirón, una de las dos voces
narradoras de la historia, un espécimen universitario que complementa el hilo
de su discurso con los broches de realidad que le aporta la relación de íntima
amistad con su colega Lucía, aun desde la distancia marcada por el hecho de que
ella sea profesora en Chicago y él en Besançon. Pero la novela está tan llena
de viajes, desplazamientos, visitas, comunicaciones y síntesis interpretativas
que la vinculación emocional de Francisco Mirón con Lucía se refleja en
semejante amalgama como una obsesión neuropática más.
La otra voz narrativa de la historia -y primera en
irrumpir-, Y -o Ypsilon-, corresponde a una extraña niña, al parecer
secuestrada o acompañada constantemente por un tutor, Mwestro, y asistida por
una anciana señora M. Una niña que dice haber sido clonada, perteneciente al
linaje de Jesé, que debe aprender a mirar para ver, algo de lo que
concienzudamente se encarga su tutor, conduciéndola por lugares que guardan los
secretos de un deambular tan incesante como iniciático. Es Y quien comienza la
narración del relato, arrancando desde unos inquietantes puntos suspensivos,
principio del libro que hace presagiar su final. Debemos volver a ellos al
culminar la lectura del volumen, para seguir la andadura enriquecidos con
nuevas posibilidades de interpretación. El abismo del misterio no tiene fin y
cada nueva lectura ilumina respuestas pero ahonda el suspense con nuevas
preguntas. La historia, por ser interminable, retorna siempre con los actantes
que la ejecutan.
23 de
junio de - Mauricio Gil Cano en el Diario de Jerez. (ver
más).
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“Alta literatura, intriga y un
argumento absolutamente novedoso”,
19 de
enero de 2016 - Juan García Larrondo,
autor de Seré Isla (La Avispa 2001), Celeste Flora (Ediciones Irreverentes, 2013), Diálogos, Fragmentos y otras
Levanteras (Ediciones El
Boletín / Fundación SGAE, 2015), etc. (ver más).
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“Un relato estupendo, inquietante,
interesante, adictivo”.
11 de
enero de 2016 - Josefa Parra,
autora de Elogio a la mala yerba (Visor, 1996), Tratado de cicatrices
(Calambur, 2006), La hora azul (Visor, 2007), Materia combustible (Ediciones en
Huida, 2013), etc. (ver
más).
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“In
this highly original novel, which is partly set in Shakespeare’s country, the
reader, at times, feels as if he or she is hearing Ariel’s whispers, or the
words of long-dead famous people lost in the ether. It is almost as if one were
able to hear Julius Caesar uttering alea jacta est, not
while crossing the Rubicon but while he is throwing dice or playing some other
games such as draughts or chess.
In El salto de la torre the mystery surfaces on almost every page. It spreads over an immense chessboard and, like a piece or a pawn, the reader is moved from place to place in a timeless journey until he or she lands in Paris to witness the story’s final outcome. The primeval Grail or, at least, some fragments of a mythical stone called Girón, are at the centre of a fascinating quest led by ‘Y’, the female protagonist, and ‘Mwestro’, her spiritual guide. The tendency to see history as a linear narrative is part of our rational discourse, but this book defeats this aspect of reality. Here, time as we conceive it has no place. The story moves in the direction of a remote past, and yet, at the same moment, it is projected into a remote future. Words, their origins, or rather their echoes from a very distant past, have the power to unlock what is yet to come as time goes on in a circular fashion. The past is the future and vice versa.Autobiographical traces as well as elements of dreams and leaps of the imagination continually emerge from the story. The author seems to question our own consciousness and La vida es sueño, that is Life is a dream, could well be this book’s leitmotif. This novel is one of the most original and haunting of my recent (and not-so-recent) reading”.
In El salto de la torre the mystery surfaces on almost every page. It spreads over an immense chessboard and, like a piece or a pawn, the reader is moved from place to place in a timeless journey until he or she lands in Paris to witness the story’s final outcome. The primeval Grail or, at least, some fragments of a mythical stone called Girón, are at the centre of a fascinating quest led by ‘Y’, the female protagonist, and ‘Mwestro’, her spiritual guide. The tendency to see history as a linear narrative is part of our rational discourse, but this book defeats this aspect of reality. Here, time as we conceive it has no place. The story moves in the direction of a remote past, and yet, at the same moment, it is projected into a remote future. Words, their origins, or rather their echoes from a very distant past, have the power to unlock what is yet to come as time goes on in a circular fashion. The past is the future and vice versa.Autobiographical traces as well as elements of dreams and leaps of the imagination continually emerge from the story. The author seems to question our own consciousness and La vida es sueño, that is Life is a dream, could well be this book’s leitmotif. This novel is one of the most original and haunting of my recent (and not-so-recent) reading”.
21 de
diciembre de 2015 - Valentina
Olivastri, autora de La dama del Laberinto (Ed. Bóveda) y de Prohibita Imago (Ed.
Mondadori).
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